lunes, 16 de diciembre de 2013

Niebla..., se acercan las navidades...


      Se hace de noche y basta cruzar el puente para poder admirar las luces amarillas salpican la silueta de un Castelnou dormido nada más comenzar la noche. El ambiente frío y húmedo, me recuerda a casi todas las navidades de cuando era niño, cuando podíamos estar sin ver el sol durante todo un mes. Recuerdo que esperábamos ver el brillo del sol, que solía salir con un potente y frío viento (el cierzo) que siempre acostumbra a acompañarnos a finales de enero para las fiestas de San Valero, "el ventolero".

      La niebla oculta parcialmente lo real. Desaparecen las imperfecciones, como difuminando los contornos, haciendo que lo que percibimos se corrija con nuestra imaginación. No se aprecian el estado ruinoso de la vieja iglesia ni otros desperfectos o edificios inacabados. Con un poco de buena voluntad se puede uno hacer a la idea de cómo le gustaría que fueran todas las cosas ¡Qué gran sensación de alivio!

     Por desgracia no es recomendable estar así durante mucho tiempo, generando buenas ideas...
El frío, que ayuda a despejarse, no es muy sano por mucho rato. Se hace pesada esta humedad acompañada por la sensación líquida del bastante callado del río Martín. De nuevo vuelvo a cruzar el río a la vuelta de un paseo corto, cuya distancia marca el espesor de la niebla. Si te alejas demasiado desaparece todo, dejándote solo donde nunca he sentido peligro.
     
     Así descubro que me siento en casa, con ganas de volver a casa, al calor de la estufa, el fuego bajo u hogar, como aquí se le llama ¿No es eso lo que se espera para la navidad?